anoche soñé contigo

viernes, 5 de marzo de 2010

A LA PUERTA DEL CIELO...



Escucho a Joaquín Sabina esta mañana en que me doy el gusto de escribir en mi blog, que visito de cuando en vez, a primera hora, y luego de una réplica, que ha puesto con los pelos de punta a una vecina que abría la puerta del condominio donde vive mi hermana , mediante el control remoto, la que se aleja dándome la espalda, avalada con una buena marca de automóvil en el logo de la maletera de su “cacharro”.
El sol se ha manifestado un tanto tímido, como teniéndole miedo al otoño, que ya no es el mismo de otros años, y la temperatura mantiene en cama a otros, que hasta escuchaban reggeton a estas horas hace unas semanas, y eran acallados por los que dormían a pata suelta en el verano, aunque también la alteración de la inclinación del eje de la tierra por lo sucedido ha cambiado el clima.
Sabina se sigue quejando con su estilo acerca de un amor que le ha “costado olvidar 19 días y 500 noches”, acompañado por unas rollonas que precisamente no son sílfides, sin embargo el tema central no logra que difuminen la idea, lo que pretendo ahora…
A ver, hace unos días, y antes del semi holocausto, conversaba en la casa de mi cuñado, ( tengo varios, pero éste es el que es amigo de un colega periodista) …bueno el joven reportero y cuya esposa también lo es, lucía ideas muy atrevidas, pero se quejaba de no poderlas expresar en la radio santiaguina en que conduce un programa a media tarde, que pertenece a un consorcio español, y de incluso escribir una columna gratis en un diario nacional, para poder estar en la onda y no perder la pega, y tanto está en onda me dije, que su polera lucía una “llamativa” marca Polo, un reloj que parecía ser legítimo y de colección en su muñeca derecha, aunque bien podría ser adquirido originalmente en Asunción, y el auto que posee, nuevo, nuevo.
Otra hermana mayor, cuando le refiero el caso, sabedora que escribo columnas para el norte, y he tenido trayectoria de veinte años en el periodismo, me advierte con esa filosofía de la vida propia de las féminas, que cuando baje unos kilos, cambie mi auto, y me vista cassual, también podré aspirar a otras comodidades que me son ajenas ahora, porque el “sshhileno es sshileno…”
Bueno, de que mi auto es viejo y no parte a la primera, no me quejo, que no uso reloj tampoco, y que mis poleras son hasta de la ropa americana, pero de ahí a que sean un pasaporte al éxito, me niego a suscribirlo.
Pero miré a través del verde color botella de los lentes de mi verdad amarga como el poeta, y observé que si en Chile no usas perfumes legítimos, zapatos hush puppies, no te tomas un café en el Anayak, o por lo menos lo cuentas, y que te topaste con fulano, y fuiste de vacaciones, para el grueso de la población viñamarina, o de Antofagasta o Cachiyuyo no eres el mismo, y hasta los lolos que a veces no tienen para una leche a media mañana han preferido comprar un MP 4 de 30000 o se han cambiado a como han tenido lugar a un teléfono con ringtones que puedan programar por Internet, vestirse en el entrepiso de un mall, donde la ropa es famosa por la etiqueta, y si no les alcanza, van hasta ciertos lugares, que mencionaría y no es el caso confundirles, donde adquieren los objetos que les dan esa alcurnia falsa, “movidos” y obtenidos mediante el vulgar y doloroso lanceo a otros lolitos, que los han poseído primero.
Estacioné el Monza viejo ayer a propósito, y que alguna vez fuera ùltimo modelo también, frente a la playa Amarilla de Concón al lado de un todo terreno 2010, y a este otro lado de un Hammer, que es el mismo vehículo de Denis Rodman el basquetbolista y también de Marcelo Salas, cuya patente vale diez veces mi auto, y quien le conducía compró churros rellenos, que le han chorreado el tapiz y profirió hasta gritos en contra del vendedor por no advertírselo haciendo un escándalo de proporciones mientras me sorbía yo un jugo watts, y trataba de divisar, iluso yo, por lo menos el contorno, virtualmente claro, en el colmo de mi lúdica fantasía, de la isla donde está mi hija, que vive a su manera, alejada del resto del mundo, y a la que hace poco en el último viaje del buquecito de cabotaje, que los surte una vez al mes de vituallas, le enviara sus encargos de libros principalmente agujas para coser lana y mercadería menor, y que por obra del Dios, de los musulmanes, católicos, protestantes, anglicanos, mormones, y hasta de los politeístas griegos en cualquiera de sus manifestaciones, antes del tsunami subió al cerro más alto donde hay infinidad de cabras salvajes, llevadas hasta ahí por los mismos que abandonaron a Robinson Crusoe, y ahí pasó la noche, la mismísima noche, en que el del Hummmer debe haber tenido crisis de pánico, el periodista joven se levantó con su pijama de marca a leer noticias que sólo hablaran de saqueos y destrucción, pero no de vida , y alguien se preocupara, muchos, millones, de que no se les cayera del velador el reloj omega, antes de preocuparse de su propia vida.
Por mientras he tratado de bajar la guata no lo niego, pero sin escándalo, take easy, mi auto no sigue partiendo a la primera, pero sigo escribiendo columnas al viento electrónico que las lleva hasta tu computador o lees en los diarios que me las publican, pero dentro de mí subyace una fe, para tratar de develar el misterio de estas líneas, desentrañar la literatura, y como canta Joaquín Sabina al final de sus 19 días y 500 noches, “en un teclado con caries, y a la puerta del cielo….”

1 comentario:

Maria Antonieta Quezada dijo...

¡Hola!, me alegra mucho saber que tu hija se encuentra muy bien en la isla y que tú vuelves a escribir para hacernos reflexionar .....de la vida.... una vez más.