anoche soñé contigo

sábado, 11 de agosto de 2012

Quisiera imaginarme algo màs pequeño que el universo al revès, esta tarde de sàbado soleada como una playa del Caribe o de Shangri Là, a la orilla del mar, en Valparaìso encima de la Caleta Portales…lo que es una felicidad sin lìmites, infinitesimal, y es por eso lo de la imagen de lo pequeño ante lo inmenso, buceando en el yo de mis instintos… No me voy a descubrir hoy, pero sigo en la ruta de mi propia carretera concesionada, junto a mis neuronas y dendritas, escuchando ahora un cd de un colombiano que hace mùsica para el cine americano, inspiràndose en el ruido que hacen las olas contra los gaviones de la Caleta…y sueña con un Oscar acà en las faldas del mundo, entre cràteres , greda y cuarzo mixeados con el verde musgo y el cafè de los troncos del bosque endèmico… Solo, estoy escribiendo, aunque vengo de compartir la llama del afecto que sigue encendida con la energìa de mis hijas mujeres y el valor indomable y caballeroso de mi hijo que aunque no escribe lee, y como sin lector no hay escritor, es, como lo dijera, …tan valioso el que produce como el que consume la frenètica dislalia de la palabra escrita… El clima como la personalidad lunàtica juega con nosotros, y nos hace burlas entre los rayitos de sol con nubarrones que se ven cerca pero asombran en Juan Fernàndez o Timbuktù… Es la arquitectura de lo indecible ni menos narrable a bordo de un teclado, que en casos de incomodidad toma el aspecto de una pluma que sigue siendo el sìmbolo de la hermandad literaria un sàbado del Black out, de las estrellas, de la orioneidad de las constelaciones, de la osopolaridad de mis viajes astrales, y de la andromicidad de las alfacentauriles caminatas por el espacio, que traje a colaciòn hoy con la tarde inspiradora de un finde, y la bienaventuranza de una semana tan corta como la que se viene, y a la que lo ùnico que le pido es que no me ofrezca tentaciones lejos de mi adictiva literatura portaliana,(ya dije que vivo encima de la caleta)… No miento que de nuevo he topado con el edificio de mi superyo, y he tratado de minarlo, desbarajustarle sus orgullos, dinamitarlo con frases de Baroja que asustan hasta al màs hinduìsta observante, y de una vez por todas dedicarme a corretear las malas costumbres, pero el hedonismo del olor a un pescado frito, del bouquet de un vino frutoso y reminiscencias de tabaco, màs una simple piña centroamericana con crema Nestlè, me anclan a una pelìcula que vuelve a repetirse cada finde… Finalmente en este arrebato, que nunca quisiera me desarrebatara, saludo al alemàn de la cerveza artesanal de Olmué, que mientras escribo se falopea con el olor de la cebada, y es feliz tierra mediterrànea adentro, recordàndose de la Bavaria, al chino llegado de Buenos Aires, que goza preparando platos mongolianos en la estrechez de una cocina porteña, y tambièn al asceta colombiano que sigue soñando contradictoriamente como mi estilo de escribir con su Oscar, mientras yo en un jardìn de sentimientos sigo sencillamente tratando de ser el mismo…