anoche soñé contigo

sábado, 13 de marzo de 2010

LOS SABADOS DE LA ABUELA



Revisaré el mail, por si esa vieja “amistadita”, después de sus tres fracasados matrimonios, me ha mandado alguna estúpida cadena de bendiciones, que te condenan al infierno si no las distribuyes a tu vez, …y a tu vez..y a tu vez a veinte más ….jajajajaja…. luego cuando lea la vigésimo quinta línea de su mensaje apócrifo, y me de cuenta de nuevo, y por enésima vez que ha sido tocada con la varita mágica de la fomedad y la menopausia, y no es amor lo que siente ni nunca lo ha sido sino una dependencia tipo Electra alojada en lo íntimo de sus genes, es que apagaré el pc desilusionado , este sábado tarde, me dispondré a la ducha después de la siesta sabatina maratónica, para luego echarme esa misma colonia que por generaciones, ha reaccionado con el ph de mis hermanos y primos, y elegiré entre las recién lavadas camisas que me ha dejado la casera, la que me quede más holgada para visitar a mi tía-abuela Olga, que en el plan de Viña habita todavía esa añosa casa, que ha resultado indemne, bueno casi … de las réplicas , duplicas, como dice mi tío Carlos, y de las súplicas por trasladarla.
Viñamarina de tomo y lomo, tanto que se ufana de haber presenciado los paseos de Juan Manuel Fangio, el campeón mundial argentino de Fórmula Uno con su amigo Eduardo Kovacs, por la Avenida Valparaíso en un convertible Alfa Romeo, y a la increíble velocidad para ellos de unos 30 por hora, ha resultado indiferente ante el avance, y pese la adversidad sismológica de estos días, ha seguido cultivando eso de hacer del sábado una entretenida faramalla social, sentada en una antigua silla de mimbre, que debe tener unos 40 años e instalarse en la puerta de calle, para saludar a cuanto vecino circule hacia o desde el centro, echarse a la boca uno de esos pitillos, que ubica tan bien en la comisura del los labios a la manera de Douglas Fairbanks, y echar de repente un derroche a mi tío, que fiel como la piel, accede a sus caprichos, y hasta le alcanza los fósforos cuando el pucho se le apaga.
El progreso que se ha venido con todo no ha logrado meterla en su órbita, construyendo a cada lado de la casa ahora trizada, pero no alterada en su estructura, según la porfiada relación de hechos que ha sostenido desde la noche telúrica del viernes ése, enormes edificios de departamentos, y que en su momento fueron ofertados a la doña, a manera de esas modernas transacciones fraseológicas y ahora clásicas : “que si accedía a venderles el terreno, para edificar un tercero, fuera de comprarle, le donarían un depa a su gusto”, lo que tampoco aceptó, y decisión que mi tío, muy “macabeo”, como le han bautizado todos en casa, aunque en sordina, también asumió…
Se aman, y las páginas de los diarios, que acompañan la tarde de la víspera del domingo, revisadas con una paciencia que tiene que ver con el típico morbo de una pareja, a la cual entretendría una noticia local, más que nacional, protagonizada por algún conocido que llevara apellido viñamarino clásico, como no las contienen, y solo se refieren a relaciones de hechos ocurridas en otros lugares del mundo, bajadas de Google, pues ni agencias de noticias existen, amén de dos o tres reporteros que cazan noticias en el plan, requetecontra sabidas, y a los cuales se les cancela con vales de supermercado, se van amontonando a un costado de la silla apretadas por las caderas de la “parienta”, para que no se vuelen, y hagan del ambiente algo totalmente depresivo, a lo cual colaboro con mi presencia y mi fragancia, en lo que mi abuela tiene mucho que ver…
Conversaremos una vez adentro, en la galería, desde la cual se divisan algunas ventanas encendidas de departamentos vecinos, cuyos ocupantes muchas veces con sus siluetas apuradas delatan fiestas, salidas inminentes a cenar fuera, y hasta romances que la luz apagada luego se encarga de dejar a la imaginación…
Resultado de mi separación, las visitas han sido más regulares este último tiempo, y para también alimentarme de manera más doméstica, aunque las fregatinas y berrinches de la abuela hacia la fome prensa continuarán, haciéndomelo presente y sabedora de mis escritos, que le lee mi abuelo, desde unas hojas que le imprime un comerciante cercano, que posee un bazar, donde el Internet es el centro de sus ingresos, quien accede a estas elucubraciones, y a veces también opina, haciéndome blanco de las críticas, y lo que de no contarlo ahora, y resultar desahogo, presionaría las erosiones de mi incipiente úlcera…
Preguntarán por mis hijos, y hasta harán una broma acerca de lo ingratos que han resultado con la dinastía familiar, y a esa hora, que serán dos desde que llegué o quizás tres, me retiraré, cuando la abuela ya haya emprendido la ruta hacia su dormitorio, para previa pasada por el baño, salir tan empingorotada como a un baile, pero con camisa de dormir, y el abuelo, longevo como ella, la siga, y como ha sido su costumbre los últimos 75 años de vida familiar, a los que no han amenazado siquiera terremotos, tsunamis ni catástrofes de ninguna índole, como alguna infidelidad huacha por ahí, y lo que no me consta.

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